miércoles, 23 de enero de 2013

¿ES NECESARIO CONSUMIR LÁCTEOS?


La leche es una secreción glandular característica de cada especie de mamíferos. Los mamíferos son un orden de animales cuyas hembras poseen unas glándulas especiales (mamas) destinadas a alimentar a sus crías en las primeras etapas de su vida. Una vez que la cría alcanza un desarrollo suficiente para alimentarse de manera autónoma, la leche es abandonada y jamás vuelve a ser utilizada en la edad adulta. El ser humano es el único mamífero que infringe esta norma, continúa consumiendo leche durante toda su vida, y con el agravante de tratarse de leche de otras especies. En este sentido, la mayoría de los niños pierden, a medida que crecen, la enzima que permite digerir la lactosa de la leche de vaca, como parte natural de su desarrollo coincidiendo con el destete.

No hay que olvidar que cada leche posee una formulación especialmente “diseñada” para alimentar a las crías de esa especie. Lógicamente, el contenido de la leche de vaca no es el mismo que el de la leche humana, aunque su aspecto de la impresión que todas las leches son iguales. El contenido en grasas y proteínas de la leche de vaca resulta excesivo para el ser humano, y las proporciones de otras sustancias son diferentes. Además,  la leche sirve de vehículo de transmisión entre madre y bebé de una variedad todavía no muy bien conocida de hormonas, anticuerpos y otros factores inmunológicos.
Si hasta hace poco, el consumo de leche en estado natural se defendía como tradicional y saludable, la situación cambió. En la actualidad, casi nadie puede consumir leche en estado natural, y los productos lácteos que ofrece el mercado han sido sometidos a diversos procesos de conservación y transformación.
Se dice que los procesos de esterilización actuales (pasteurización, UHT, etc.) son seguros para el consumidor, al eliminar todos los gérmenes. En realidad, estos procesos transforman las cualidades de la leche, convirtiéndola en un producto “muerto” con la consigna de hacerla menos perecedera, o sea, que dure en los supermercados durante mucho tiempo, evitando pérdidas económicas. Los procesos de esterilización alteran las sustancias nutritivas (proteínas, vitaminas, enzimas,..) y junto con los aditivos que se incorporan, sólo agravan el problema.
En definitiva, lo que nos venden es un “brebaje industrial” que nada tiene que ver con el producto “natural” original y sus supuestas virtudes.

El calcio de los vegetales, algas, frutos oleaginosos, etc., es muy bien recibido por nuestro organismo que está preparado para asimilarlo. En cambio, el calcio de los productos lácteos, debido a la caseína y la relación calcio/fosforo, no es asimilado, ya que su contenido en elevado en fósforo, acidifica al PH sanguíneo, obligando al organismo a extraer al Calcio de sus reservas naturales óseas, después de haber utilizado el calcio proveniente de la alimentación, por lo que la leche, favorece la pérdida de calcio procedente de nuestra masa ósea.

El 55% de los lípidos de la leche materna son ácidos grasos poli-insaturados, benéficos para la salud. La leche de vaca, en cambio, contiene un 70% de ácidos grasos saturados que representan a las grasas causantes de diversas enfermedades, entre ellas las cardiovasculares.
Las leches vegetales suelen digerirse mejor que las animales. La inmensa mayoría que pasa de la leche de vaca a la vegetal observa como disminuyen los síntomas dispépticos, el estreñimiento, la diarrea, el colon irritable y las alergias.
En Francia, el 30% de las mujeres con menopausia presentan osteoporosis, o sea cerca de 3 millones. De ese total, cada año 50.000 mujeres sufren fractura de cuello del fémur, la mayoría de las cuales desarrolla invalidez crónica. Sin embargo, todas estas pacientes consumen productos lácteos, siendo la primera indicación que reciben en la consulta médica.
El investigador norteamericano William Ellis, después de realizar más de 25.000 análisis de sangre, halló que los niveles más bajos de calcio correspondían a personas con la costumbre de tomar tres, cuatro o cinco vasos de leche al día.

Muchas personas son ya conscientes de que la leche de vaca produce más mucosidad que cualquier otro alimento, un moco espeso que obstruye el sistema respiratorio y que favorece ciertas enfermedades. La fiebre del heno, el asma, la bronquitis, la sinusitis, los resfríos, la secreción nasal y las infecciones de oído pueden ser favorecidas por esta mucosidad, como así también causa de alergia. Este hecho puede comprobarse dejando de consumir lácteos por un tiempo.
Diversos tipos de cáncer han sido relacionados con el consumo de lácteos, como el de ovario (por la incapacidad de descomponer la galactosa) y los de mama y próstata (presumiblemente asociados al aumento de una sustancia que contiene la leche, llamada IGF-1).
Se emplean hormonas sintéticas para que las vacas lecheras aumenten su producción de leche. Como las vacas están produciendo cantidades de leche que la naturaleza jamás previó, el resultado obtenido es la mastitis, o inflamación de las glándulas mamarias. Su tratamiento requiere del uso de antibióticos, cuyos restos y de las hormonas se encuentran en muestras de leche y otros lácteos.

En este sentido, existen ciertos estudios que arrojan resultados destacables. El estudio de Salud de Enfermeras de Harvard, que controló a más de 75.000 mujeres durante 12 años, mostró que el aumento del consumo de leche no tiene un efecto protector sobre el riesgo de fracturas. De hecho, el consumo superior de calcio procedente de los lácteos estaba asociado a un mayor riesgo de fracturas.
Según el equipo de Hsiu y Funk (Universidades de Taipeh y Los Ángeles), la osteoporosis aumenta de forma espectacular en aquellas personas que sin haber tomado nunca leche animal, comienzan a tomarla. Esta pérdida de calcio puede ser debida a la acidez transitoria producida por el exceso de proteínas de los lácteos.


Todo indica que los lácteos no ayudan a mantener huesos fuertes; se puede reducir el riesgo de osteoporosis eliminando el consumo de sodio y proteína animal en la dieta y aumentando el consumo de frutas y verduras, haciendo ejercicio, y asegurando un adecuado consumo de calcio procedente de vegetales tales como las hortalizas de hojas verdes, las legumbres y los frutos secos. Por ejemplo, una ración de brócoli contiene tanto calcio aprovechable como un vaso de leche, además de muchos otros nutrientes saludables.

CONCLUSIÓN
En resumen, cualquier persona que se preocupe por la salud debe cuestionarse si el consumo de productos lácteos es realmente indispensable. Existen muchos indicios que en realidad pueden acarrear problemas de salud. La leche y demás lácteos no son necesarios en la dieta, y tenemos formas de reemplazarlos por otros alimentos más saludables. Así pues, ¿por qué seguir consumiéndolos? Una dieta sin lácteos puede cubrir todas las necesidades nutritivas y sin riesgos para la salud. En realidad, podemos alimentarnos perfectamente sin tener carencias de ningún tipo prescindiendo de los lácteos.
Del calcio nos tendríamos que preocupar de las pérdidas más que del suministro, e incluir en la dieta una buena cantidad de vegetales que contienen ese mineral.
Para los que necesitan seguir tomando un liquido blanco de sabor dulce suave, existe una amplia variedad de leches vegetales. Podemos obtener sabrosas y nutritivas “leches” de arroz, avena, almendras, avellanas, sésamo o soja. Las venden preparadas, pero también las podemos hacer en casa.


Este escrito ofrece información extraída de los siguientes artículos:

-¿Son los lácteos una buena fuente de calcio? Dra.Olga Cuevas Fernández.
-¿Por qué las leches vegetales? Luisa Martín.
-¿Leches vegetales? Josep Vincent Arnau
-¿Razones para no consumir productos lácteos? Asociación Vegana Española

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